¡Hola!
Estamos trabajando en un proyecto en una oficina muy amplia, a la que necesitamos dotar de espacios de trabajo con cierta independencia y aislamiento. Además, está situada en un lugar con ruidos procedentes de una industria en la planta baja. Por otro lado, el promotor quiere una imagen fresca y comprometida, como su empresa, con el medio ambiente. Y… manos a la obra, estas son algunas de las investigaciones que nos han ayudado a abordar con éxito este proyecto. ¡Cuando lo terminemos os enseñaremos cómo ha quedado!
La vegetación como herramienta para amortiguar el impacto sonoro de diversas fuentes de ruido ha sido estudiada y tratada ampliamente, pero para entender de forma sencilla cómo funciona es muy útil saber cómo se comporta el sonido. Su transmisión se realiza mediante ondas, podríamos imaginarlas como las ondas que se generan al caer un objeto en una superficie de agua. Las ondas sonoras se reflejan en mayor grado en superficies densas, lisas y pulidas. En materiales porosos, el sonido penetra y va perdiendo intensidad, en función de la densidad y espesor de la capa que atraviesa. Es necesario conocer y prevenir estos efectos para garantizar la calidad acústica de un espacio. Otro efecto del sonido es la difracción, que hace que un punto sobre el que inciden las ondas, se comporte como emisor, formando nuevas ondas en todas direcciones.
En los teatros romanos, el estudio acústico trataba de amplificar las ondas, y para hacerlo situaban superficies de piedra pulida muy reflectantes en el piso del escenario (la zona llamada orchestra) y en el scaenae frons, la parte trasera del escenario, que decoraban profusamente generando fenómenos de difracción del sonido. Con estas técnicas, y mediante el cuidadoso diseño del graderío, conseguían que la acústica a 70 m de la fuente sonora fuera perfecta. Sólo hay que probar a sentarse en la última grada de un teatro romano y escuchar nítidamente cómo otra persona situada en el escenario deja caer una moneda al suelo. En la actualidad la acústica de los teatros y auditorios la trabajan especialistas de forma muy meticulosa, pero si analizamos sus herramientas veremos que se basan en estos sencillos principios: donde es necesario absorber el sonido utilizarán materiales porosos, con mucha masa, y capas de aislamiento (la onda sonora pierde intensidad si debe atravesar medios con diferentes densidades); y donde es necesario amplificarlo, propondrán materiales densos y lisos. La dificultad reside en la ubicación, orientación de los elementos, control para evitar puentes acústicos, etc., máxime en espacios de arquitectura compleja o requerimientos acústicos específicos.
El material vegetal es tan variado que podemos utilizarlo a conveniencia: dependiendo de cómo sean las hojas y la estructura de cada planta, absorberá o reflejará el sonido de diferente forma. Así, una barrera de árboles de tronco liso, hojas grandes y lustrosas y copa en altura apenas afectará a la comunicación sonora entre los dos lados; al contrario, las hojas reflejarán el sonido en múltiples direcciones, de modo que podría incluso verse amplificada. Sin embargo una barrera formada por diferentes estratos (hierbas, arbustos y árboles), de hoja pequeña y persistente e incluso partes vellosas, tendrán un efecto muy interesante si queremos, por ejemplo, aislarnos de una fuente de ruido.
Partiendo de aquí, ¿qué hacer para mejorar la calidad acústica en una casa, una oficina, un jardín? Aquí van unos consejos muy sencillos para hacer más agradables los espacios desde este punto de vista:
- Tanto para potenciar el alcance e intensidad de una fuente de sonido como para amortiguarlo, lo más eficaz es colocar los elementos necesarios (reflectantes o absorbentes) lo más cerca posible de la fuente emisora.
- Para potenciar la acústica en una sala grande de conferencias o reuniones, se colocan materiales reflectantes en el escenario. Sólo el efecto de un suelo denso y pulido en esta zona, mejorará de inmediato el alcance del sonido en todo el espacio. Tan importante como potenciar el sonido en la dirección del auditorio será proporcionar absorción suficiente en paredes, esquinas y techos, para evitar que la reflexión cruzada de las ondas genere ecos y haga del todo ininteligible lo que se quiere escuchar. Estos casos requieren de ayuda profesional.
- Para obtener aislamiento de una fuente de ruido, por ejemplo en un jardín, se puede diseñar una barrera colocando vegetación, telas… El sistema será más eficaz situando esta barrera sobre un dique de tierra cubierto con plantas tapizantes. La tierra es precisamente una de las las más efectivas herramientas para frenar el sonido por su porosidad, y actuará sinérgicamente con la vegetación para una mayor protección. La eficacia de la barrera dependerá de los elementos vegetales o inertes, y también de la anchura y densidad de la franja, aunque la opción más efectiva desde el punto de vista de protección es la colocación de una pantalla acústica. Ésta consistirá en una superficie vertical, que será reflectante o absorbente, en función de si el objetivo es desviar o atenuar las ondas. El resultado es excelente siempre que se calculen correctamente espesores, alturas y remates.
- Para dotar a una sala de una acústica acogedora (si lo que necesitamos no es potencia, sino calidad) hay muchos materiales que pueden ayudarnos: materiales porosos en pinturas y muebles, maderas, tapizados, telas, alfombras… absorberán los ecos y reverberaciones del espacio. Los paneles acústicos están hechos de estos materiales (madera, fieltro), y las opciones de diseño son muy variadas. Pero lo que más nos gusta es incorporar plantas… la vegetación de hoja pequeña y perenne ubicada en ángulos y zonas conflictivas, o muros y cuadros vegetales marcarán la diferencia. Ya sea en una vivienda, un local comercial o en una oficina, es posible mantener un cierto aislamiento acústico de los espacios, minimizando molestias e interrupciones.
Panel acústico realizado en fieltro, de Ann Kyyrö Quinn
Por último, no olvidemos que la vegetación tiene otro efecto tanto o más importante que la cuestión meramente física: es el efecto psicológico y psicosomático. La vegetación no sólo nos aísla acústicamente, sino que además incorpora sonidos, escenas naturales, humedad, oxígeno, proporcionando bienestar y relajación. Este bienestar también se puede medir (presión arterial, sudoración, …). Aunque esto lo dejamos para otra entrada.
No dudes en consultar a un profesional si los ruidos son muy intensos o persistentes para encontrar una solución eficaz y personalizada.
¡Hasta el próximo día!
Fotografía de encabezamiento: techo de bambú del Tides Restaurant de Nueva York. Imagen tomada de http://www.acusticaweb.com