¿Sabes lo que son los espacios de juego naturalizados?
Si hay algo que todos tenemos grabado en la memoria son los lugares donde solíamos jugar. Yo recuerdo un patio de baldosa al que miraban las ventanas enrejadas de la escuela, con bancos de mármol que se convertían en escenario, asiento, alturitas, refugio, mesas de cocina, camillas de hospital… con un poco de imaginación. Esto era en mi escuela, porque de vuelta al barrio, afortunadamente “en construcción” por aquella época, había campas mucho más versátiles y divertidas en las que encontrar senderos, palos, ramas, montones de hojas, flores, bichos, rocas y lo mejor: el río. Los fines de semana (¡y las vacaciones!) eran una auténtica aventura inventando historias y recorriendo este espacio que cambiaba con las estaciones.
Hay una gran diferencia entre estos dos escenarios de juego: el potencial de un espacio naturalizado en alianza con la creatividad de los niños tiene resultados maravillosos. Y es que aunque la imaginación no tiene límites… ¿qué ocurre si se aliñan los espacios que recordarán el resto de su vida? A medida que indagamos en el tema, nos damos cuenta de que las repercusiones a nivel cognitivo, físico y emocional son impresionantes. Intuitivamente sabemos que la interacción con la naturaleza es poderosa, no hay más que ver la reacción de un ser vivo ante el medio natural, pero es cierto que los estudios científicos son capaces de poner negro sobre blanco el alcance físico y psicológico de esta relación. ¿Cuál es el verdadero potencial de los espacios de juego naturalizados?
Los estudios recopilados por la Children and Nature Network desprenden unos resultados asombrosos. Algunos de los impactos positivos de los espacios de juego infantiles naturalizados, son:
1. MEJORA LOS RESULTADOS ACADÉMICOS:
a. Mejoran la capacidad de concentración (1,2) y la capacidad cognitiva de los niños, presentando mejores resultados especialmente en las áreas sociales, ciencias, lenguaje y matemáticas (3). Los niños con acceso a este tipo de instalaciones presentan por tanto un mejor rendimiento académico, creatividad, pensamiento crítico y resolución de problemas (4).
b. Los niños que aprenden en entornos desde los que tienen una vista natural, obtienen mejores resultados académicos en los tests estandarizados, obtienen mejores notas y tienen una trayectoria académica más prolongada, accediendo con más frecuencia a estudios de segundo y tercer grado (5).
c. Los niños desarrollan sentimientos de apego con la escuela (6,7).
2. BENEFICIOS PSICOLÓGICOS:
a. Los espacios de juego naturalizados pueden promover la salud mental, el bienestar de los niños y promover el desarrollo de habilidades psicosociales. Los factores clave para estos beneficios son:
i. Una recuperación más rápida de eventos estresantes gracias al contacto con la naturaleza (2,8,9).
ii. Las escuelas en entornos naturales fortalecen el desarrollo de emociones positivas (8,10).
iii. Los niños desarrollan capacidades de resiliencia(2) o de adaptación al entorno, siendo más capaces de enfrentarse y resolver nuevos retos.
b. También se ha demostrado un mayor desarrollo de habilidades sociales y cívicas (11,12), con menor incidencia de situaciones de agresividad y mayor autocontrol (11,12), autoconfianza y responsabilidad (2).
3. LA NATURALEZA DA SOPORTE A DIFERENTES TIPOS DE JUEGO.
(13,14,15,16)
a. Las áreas naturales promueven el juego libre, más imaginativo, constructivo, sensorial y cooperativo.
b. El juego libre es capaz de integrar a niños de diferentes edades y habilidades manteniendo su interés (13,17,18), desarrollando habilidades de cooperación y negociación(14,19), y promoviendo el aprendizaje a través del juego.
c. Existen diferentes variedades de juego libre que pueden confluir en un área natural (constructivo, simbólico, exploratorio, solitario, etc.), ofreciendo variedad y oportunidad de decisión a los niños (13).
4. LAS ÁREAS NATURALES PROMUEVEN UNA MAYOR ACTIVIDAD FÍSICA
a. Al ofrecer una gran variedad de opciones, los niños pueden elegir diferentes tipos y grados de actividad adaptados a cada edad y género (20,21).
b. Numerosos estudios revelan una disminución significativa en el riesgo de obesidad infantil y una mayor afinidad por las actividades deportivas a largo plazo (22,23,24).
5. MEJORAS EN EL BIENESTAR FÍSICO
a. Además, los estudios apuntan hacia una disminución de la incidencia de miopía (25,26,27) en niños que han estudiado en entornos naturales.
b. También mejora su nutrición, especialmente si los niños tienen acceso a cultivos de hortalizas y frutales, entendiendo de forma natural la relación entre la tierra y la alimentación.
espacios de juego naturalizados : un movimiento internacional
Estas evidencias son el soporte de varias iniciativas a nivel global para que todos los niños puedan disfrutar de espacios de juego naturalizados, para proporcionarles una infancia más feliz y también para conseguir a futuro una sociedad más saludable, cooperativa, consciente y respetuosa con el medio ambiente.
Nosotras nos apuntamos a la iniciativa en colaboración con www.sylvatia.com; es todo un reto y una experiencia como paisajistas colaborar con educadores ambientales, horticultores, escuelas, docentes, padres y los propios niños… ¡promete ser una experiencia de lo más gratificante!
Si crees que tu escuela, tu urbanización, tu local o el parque donde juegan tus hijos necesita ser un espacio de juego naturalizado para devolverle a los niños un espacio en la naturaleza, ¡contacta con nosotras!
¿Te ha gustado? ¿crees que debería haber más espacios de juego naturalizados en tu ciudad? ¿Tienes acceso a la naturaleza para disfrutar de todos estos beneficios? ¡Déjanos tu comentario!
Si quieres saber más, no dejes de consultar estas referencias:
– What nature teaches children | Nilda Cosco – TED TALKS
– Children and Nature Network
– Natural Learning
– Fundación Roger Torne
REFERENCIAS para espacios de juego naturalizados:
1) Berto et al. (2015). How does psychological restoration work in children? An exploratory study. J Child Adolesc Behav 3(3)
2) Chawla et al. (2014). Green schoolyards as havens from stress and resources for resilience in childhood and adolescence. Health Place, 28, 1–13.
3) Williams & Dixon (2013). Impact of garden-based learning on academic outcomes in schools: Synthesis of research between 1990 and 2010. Rev Educ Res, 83(2), 211–235.
4) Kellert (2005). Building for life: Designing and understanding the human-nature connection. Washington, DC: Island Press.
5) Matsuoka (2010). Student performance and high school landscapes: Examining the links. Landscape Urban Plan, 97(4), 273–282.
6) Maynard et al. (2013). Child-initiated learning, the outdoor environment and the ‘underachieving child.’ Early Years, 33(3), 212 – 225.
7) Rios & Brewer (2014). Outdoor education and science achievement. Appl Environ Educ Commun, 13(4), 234–240.
8) Kelz et al. (2015). The restorative effects of redesigning the schoolyard: A multi-methodological, quasi-experimental study in rural Austrian middle schools. Environ Behav, 47(2), 119–139.
9) Li & Sullivan (2016). Impact of views to school landscapes on recovery from stress and mental fatigue. Landscape Urban Plan, 148, 149-158.
10) Roe & Aspinall (2011). The restorative outcomes of forest school and conventional school in young people with good and poor behaviour. Urban For Urban Gree, 10(3), 205–212.
11) Bell & Dyment (2008). Grounds for health: The intersection of green school grounds and health-promoting schools. Environ Educ Res, 14(1), 77-90.
12) Nedovic & Morrissey (2013). Calm, active and focused: Children’s responses to an organic outdoor learning environment. Learn Environ Res, 16(2), 281–295.
13) Dyment & Bell (2008). Grounds for movement: Green school grounds as sites for promoting physical activity. Health Educ Res, 23(6), 952–962.
14) Dennis et al. (2014). A post-occupancy study of nature-based outdoor classrooms in early childhood education. Child Youth Environ, 24(2), 35–52.
15) Chawla (2015). Benefits of nature contact for children. J Plan Lit, 30(4), 433–452.
16) Cloward Drown & Christenson (2014). Dramatic play affordances of natural and manufactured outdoor settings for preschool-aged children. Child Youth Environ, 24(2), 53–77.
17) Stanley (2011). The place of outdoor play in a school community: A case study of recess values. Child Youth Environ, 21(1), 185–211
18) Luchs & Fikus (2013). A comparative study of active play on differently designed playgrounds. J Adven Educ & Outd Learn, 13(3), 206–222.
19) Acar & Torquati (2015). The power of nature: Developing pro-social behavior towards nature and peers through nature-based activities. Young Children, 70(5), 62-71
20) Barton et al. (2015). The effect of playground- and nature-based playtime interventions on physical activity and self-esteem in UK school children. In J Environ Health Res, 25(2), 196-206.
21) Dyment et al. (2009). The relationship between school ground design and intensity of physical activity. Child Geogr, 7(3), 261-276.
22) Brink et al. (2010). Influence of schoolyard renovations on children’s physical activity: The Learning Landscapes Program. Am J Public Health, 100(9), 1672–1678.
23) Mårtensson et al. (2014). The role of greenery for physical activity play at school grounds. Urban For Urban Gree, 13(1), 103–113
24) Pagels et al. (2014). A repeated measurement study investigating the impact of school outdoor environment upon physical activity across ages and seasons in Swedish second, fifth and eighth graders. BMC Public Health, 14(1), 803
25) French et al. (2013). Time outdoors and the prevention of myopia. Exp Eye Res, 114, 58-68.
26) He et al. (2015). Effect of time spent outdoors at school on the development of myopia among children in China. JAMA, 314 (11), 1142-1148.
27) Dolgin (2015). The myopia boom: Short-sidedness is reaching epidemic proportions. Some scientists think they have found a reason why. Nature, 519, 276-278.
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